Te soy honesta: durante años yo pensaba que mi problema eran “más estrategias”, “otro curso”, “otro embudo”. La verdad era otra: mi negocio estaba reflejando mi mundo interior.
No eran los anuncios. Era mi identidad herida.
No era el precio. Era mi miedo a no ser suficiente.
Y hasta que no miré de frente mis traumas no resueltos, seguí persiguiendo soluciones externas para problemas internos.
Hoy quiero hablarte directo, con amor: si tu pasado no ha sanado, tu negocio está pagando la factura.
Cómo el trauma sabotea tu negocio (sin que lo notes)
El trauma no es “solo” un evento doloroso; también es lo que quedó congelado en tu cuerpo y en tu mente: creencias, memorias, reacciones. Y eso se cuela en tu vida empresarial de formas sutiles:
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Precios bajos “para que compren”: en el fondo, buscas aprobación, no clientes ideales.
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Perfeccionismo y parálisis: publicas menos, lanzas tarde, pospones decisiones.
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Miedo a fallar a una cliente: prometes de más, te desgastas, luego te escondes.
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Hiperconsumo de información: otro curso, otro live, otro programa… pero poca implementación.
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Inconsistencia: días de fuego seguidos por semanas en silencio.
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Autosabotaje en ventas: no haces seguimiento, suavizas el pitch, “lo dejas a oración” cuando en realidad es miedo.
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Relaciones límite: toleras clientas que no valoran tu trabajo porque “algo es algo”.
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Culpa por cobrar: asocias prosperidad con orgullo; confundes servicio con sacrificio financiero.
Si te ves en varios puntos, no estás rota; estás operando desde heridas que piden sanidad.
El mecanismo invisible: identidad → creencias → hábitos → resultados
Tu identidad (quién crees que eres delante de Dios) moldea tus creencias; tus creencias dictan tus hábitos; tus hábitos crean tus resultados. Si en tu identidad hay mensajes como “no soy suficiente”, “mi voz no vale”, “me van a rechazar”, verás esos guiones en tu contenido, tus precios, tu consistencia y tus ventas.
Por eso muchas coaches y empresarias sienten que “saben qué hacer” pero no lo sostienen: la mente consciente aprendió, el subconsciente no sanó.
Señales de que “tu pasado está al mando”
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Te cuesta decidir (temes perder, entonces pierdes por no decidir).
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Necesitas aprobación (si un post no recibe likes, dudas de tu llamado).
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Vives cansada (no es tiempo, es fuga emocional por miedo, culpa y vergüenza).
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Tu ingreso es una montaña rusa (tu estado emocional también).
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Te comparas y te contraes antes de lanzar.
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Oras mucho, ejecutas poco (la fe sin obras no produce fruto en el negocio).
La verdad espiritual (sin azúcar)
La Palabra dice que los dones y el llamado de Dios son irrevocables. El problema no es si estás llamada, sino desde qué identidad estás ejecutando. Un espíritu de pobreza puede hablarte como “prudencia”, pero te mantiene inmóvil; el miedo puede sonar como “más preparación”, pero te roba el kairos.
Fe no es “sentirme lista”. Fe es obediencia en movimiento.
De la sanidad a la estrategia: el orden correcto
Muchas intentan cambiar la parte visible (embudo, marca, calendario), pero el árbol se sana en la raíz, no en las hojas. El orden que yo enseño y practico es:
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Identidad: quién eres en Cristo, tu valor, autorización para cobrar con paz y liderar con amor y límites.
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Mentalidad: renovar creencias, romper acuerdos con la carencia, reescribir guiones internos.
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Dominio propio: hábitos, energía, regulación nerviosa para sostener acción diaria.
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Estrategia: clienta ideal, oferta de alto valor, mensaje y un sistema simple de atracción y venta.
Sin #1–#3, #4 se vuelve pesado, frágil y temporal.
Pasos prácticos para empezar hoy
1) Haz un inventario de sabotajes.
Escribe tres momentos recientes donde te frenaste (precio, seguimiento, publicación). ¿Qué pensaste segundos antes? Nómbralo. Si lo nombras, lo gobiernas.
2) Declara la verdad sobre ti.
Cámbialo por verdades cortas y accionables: “Cobrar con paz honra mi llamado”, “Mi precio protege mi excelencia”, “Vendo con amor y claridad”.
3) Regula tu cuerpo antes de vender.
El trauma vive en el sistema nervioso. Antes de una puesta o una llamada, 3 minutos de respiración nasal lenta y oración: “Señor, someto mi mente y mi cuerpo a tu paz. Yo siembro con excelencia y cosecho en justicia”.
4) Decide tus límites de servicio.
Define por escrito: precio, alcance, revisiones, tiempos. Límites reducen la ansiedad y te devuelven presencia.
5) Un solo foco por 90 días.
Una oferta, un mensaje, un canal principal. La dispersión alimenta el trauma; el enfoque lo desarma.
6) Círculo de apoyo.
No sanes sola. Comunidad y mentoría aceleran el proceso y sostienen tu ejecución cuando el “ruido” regrese.
¿Y la estrategia? Llega limpia, simple y eficaz
Cuando tu identidad se alinea, suceden cosas muy concretas:
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Subes precios sin culpa y atraes mejores clientas.
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Publicas con claridad (menos relleno, más autoridad y resultados).
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Haces seguimiento sin sentirte “vendedora”, porque entiendes que dar claridad es amar.
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Sostienes lanzamientos (ya no dependes de “motivación”; dependes de sistema y decisión).
El negocio empieza a sentirse ligero y fértil.
Si esto te tocó, este es tu siguiente paso
Tu negocio en este momento no necesita más estrategias, necesita sanidad.
Si sabes que lo que estás viviendo afuera refleja heridas no resueltas adentro, no esperes a “sentirte lista” o a "lo voy a intentar sola" — la sanidad requiere ayuda.
Te invito a un proceso de sanidad profunda, en nuestra comunidad recibirás mentoría, cobertura espiritual y las herramientas necesarias para transformar tu negocio de adentro hacia fuera y que puedas entrar en la abundancia del Reino.
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No sigas buscando afuera lo que Dios te está llamando a sanar dentro.
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